Vamos con el Oficial de la Cuadrilla de Castrolobo
Luis CastroLobo "El Tuerto"
El Oficial de la cuadrilla es Luis CastroLobo. Natural de Ábela. Se unió muy joven a los Tercios de Iberia como tamborilero del Tercio Nuevo Vallesol, "Los Amarillos Viejos", donde conoció a un jovencísimo Victor de Reguera y entablaron una gran amistad. Con el paso de los años y ganando mucha experiencia y valor en los campos de Europa, se fue ganando un hueco como rodelero de este tercio. Con el paso de los año demostró una gran inteligencia en temas militares haciéndose famoso especialmente por sus "encamisadas".
Pero el momento inicial que logró encaminar su carrera militar fue durante la batalla de Nördlingen, como relato el historiador Jerónimo Bermúdez de Pedraza en su obra: "El Valor Divino en los Tercios"
"Hallándose nuestros valerosos hijos de Iberia, luchando contra los infieles de Europa, hubo muchos hechos heroicos que aún hoy me llenan de orgullo y satisfacción, al poder rememorar esas hazañas para las generaciones venideras de nuestra humilde y magnífica Iberia.
Entre ellos siempre me consigue insuflar una llama de ánimo, el recordar los hechos que tuvieron lugar en los últimos días del verano de 1634, durante la campaña en Nördlingen. En esa época me hallaba como biógrafo autorizado de nuestro loable Infante-Cardenal Felipe, quién dirigía a los distintos Tercios en esta tierra alejada de la mano de Dios.
La mañana del 5 de Septiembre comenzó el último lance contra nuestros viles enemigos, la alianza Germánica-Saxonia.
La batalla estaba marchando como nuestro Gran Maestre de Campo había previsto durante el Consejo de Guerra, cuando un hecho que ninguno de nuestros bienamados Capitanes pudo prever. La infernal artillería sajona.
El Ejercito imperial disponía a su derecha una espesa robleda que nos servía para proteger nuestro flanco diestro, donde se hallaban el Tercio Viejo de Palépolis, apoyado por los imperturbables Amarillos Viejos a las ordenes del Conde de Tordesillas. Durante la noche los malditos protestantes habían conseguido llevar su cuatro piezas de su artillería a este bosque.
El flanco derecho del Tercio de Palépolis fue sorprendido a mitad de la batalla por una descarga continua de los cañones sajones proveniente de esta robleda y que hizo graves destrozos entre sus soldados, haciéndoles retroceder y dejando nuestro flanco derecho totalmente desprotegido.
El capitán Garcia Téllez, Conde de Tordesillas, decidió dividir a los Amarillos Viejos en dos grupos. Los piqueros y la mitad de los mosqueteros permanecería en la posición actual, mientras que los rodeleros apoyarían a la otra mitad de los mosqueteros y ambos intentarían detener el avance de la artillería infiel. Mención especial se merece el Conde de Tordesillas al decidir ceder el mando de esta subdivisión de tercio a su sargento, mientras el conde continuó con los piqueros asegurando el terreno.
Los bravos mosqueteros y rodeleros cargaron como almas que persiguiese el mismo belcebú en una formación abierta para evitar, en la medida de lo posibles, más bajas de las necesaria. Una lluvia de plomo y acero cayo sobre los artilleros y su débil contingente de lanceros germánicos apostados en su defensa. Así fue como estos valientes consiguieron hacerse con cuatro piezas de artillería sajona. Y la hazaña hubiera sido perfecta si no fuera porque se trataba de una maniobra de distracción del infame ejercito protestante.
Al tener el ejército de nuestro amado imperio el flanco derecho prácticamente dividido, la infame compañía germánica de caballería pesada "Los Dragones de Lutero" se dispusieron a hacer acto de presencia lanzándose hacia los divididos "Amarillos Viejos". Y es en esos momentos, donde se demuestra porque Dios se encuentra de nuestro lado, pues otorgó una astucia propia del Arcangel San Miguel a un joven rodelero.
El plan de este joven era sencillo, orientar los cañones en dirección a la carga de "Los Dragones" e intentar hace la mayor cantidad de bajas posibles antes de que la caballería entrase en contacto con el flanco de los "Amarillos". Y así es como tanto mosqueteros como rodeleros se dispusieron a girar los cañones y cargarlos con las propias municiones sajonas para dar una lección a esos germanos. Pero por desgracia no siempre salen las cosas bien y de cuatro disparos, solo uno consiguió dar en la compañía de caballería. Aunque fue solo un único disparo de cañón el afortunado, fue suficiente para que saltase la confusión entre los caballeros germanos, quienes perdieron el impulso inicial que les brindaba su carga, dando un tiempo más que valioso a sus compañeros de tercio para poder organizarse y hacer frente a la temible unidad de "Dragones", que fue derrotada gracias a la inestimable ayuda del maltrecho tercio de Palépolis quienes volvieron a la batalla con la sangre clamándoles venganza por las perdidas sufridas ante los herejes.
Mención especial se merecieron este grupo de valientes rodeleros y mosqueteros quienes consiguieron hacer frente y rechazar a varias incursiones por parte del ejercito infiel para recuperar las piezas de artillería. Y a pesar de haber perdido a su sargento en una de las incursiones iniciales, el joven y astuto rodelero, Luis CastroLobo, consiguió organizar a sus compañeros de armas para mantener las piezas de artillería en manos cristianas hasta que un grupo de artilleros de la escuela de Segóbriga consiguiera llegar hasta su posición y relevarlos de la carga de los cañones…
Estas acciones se ganaron la admiración y elogio de los capitanes y sargentos de los tercios, pues otros soldados a sus ordenes hubieran destruido las piezas de artillería antes que usarlas de armas contra el enemigo. El propio Cardenal-Infante Felipe y por sugerencia de varios capitanes de tercio, quienes lo veían como una forma de subir la moral a sus soldados, decidió ascenderlo a cabo al haber demostrado gran valor e inteligencia durante la batalla"
- El Valor Divino en los Tercio, capítulo 12. "La gran victoria en Nördlingen -
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